ATAQUE A LAS FORTIFICACIONES
ABALUARTADAS.
Sabemos que las fortificaciones
abaluartadas sufrieron en reiteradas ocasiones ataques de los enemigos y que huellas de los mismos son visibles
cuando visitamos estas fortificaciones en algunos de esos lugares que la
sufrieron. En nuestro blog hemos mostrado testimonio
y detalles de estos hechos.
Sabemos también que la artillería
evolucionó significativamente de tal forma que podían disparar desde kilómetros
de distancias y habitualmente su táctica consistía en machacar insistentemente
la muralla hasta abrir una brecha por donde pudieran entrar los asaltantes.
Hoy nos vamos a referir a tiempos anteriores, a situarnos entre finales del siglo XV y primera mitad del XIX, más concretamente en el tiempo en el que la artillería no se había desarrollado tanto. Había otras estrategias de ataques y entre ellas algunas bastantes efectivas y contundente como eran la colocación de minas.
La colocación de minas para
tratar de derribar o abrir brechas que facilitaran el ataque a la fortaleza
buscando que los defensores no se dieran cuenta de esas estrategias, consistía
en excavar una galería subterránea desde las trincheras hasta las murallas. Una
vez en el lugar previsto depositar los artilugios con la pólvora necesaria y
hacerla explotar. . Esta técnica se remonta a la Edad Media y fue sido
utilizada en multitud de ocasiones.
Los tipos de minas que podían
existir era:
Mina defensiva. Es la contramina
que escavan los sitiados en una plaza de guerra para aventar e inutilizar las
minas de los sitiadores.
Mina de Voladura. La que se
construye para hacer volar un trozo de muralla o cualquiera otra obra de
fortificación o un puesto militar.
Mina ofensiva. La que escava el
sitiador para hacer saltar la muralla de la plaza que cerca y abrir de este
modo la brecha para penetrar en aquella.
Minar la muralla
“Otro sistema para derribar una
muralla era el de minar una torre. En esencia consistía en
excavar un agujero en el suelo
sin ser vistos por los defensores, para desde allí hacer un túnel
que llegase hasta los pies de la
torre. Una vez debajo de la muralla se excavaban los cimientos
del muro. Para evitar un
hundimiento precipitado se sostenían los cimientos con puntales.
Cuando la obra ya estaba acabada
se prendía fuego a los puntales y la torre se venía abajo
(Monreal y Tejada, 1971: 25).
Así lo explica Jaime I en el Llibre dels Feits (cap.72) cuando
relata el asedio de Mallorca del
año 1229. Las fuentes en cambio no describen cómo se provocaba el fuego en los
puntales, aunque es posible que previamente fuesen untados con brea alquitrán y
puestos en contacto con un importante trozo de estopa, para que encendido el
fuego en ésta, tuviesen tiempo de huir los que estaban dentro de la mina”.
Los defensores de la fortaleza
tenían dos opciones a seguir. Por un lado tratar de prevenir estos ataques y si
fracasaban buscarle la solución más idónea.
Para prevenir los ataques con
minas construían anticipadamente contraminas. Las contraminas implicaban
excavar galerías subterráneas desde la fortificación hacia fuera donde
instalarían o prepararían hornillos rellenos de pólvora u otros explosivos con
artilugio que hacían que al paso del enemigo explotaban. Así se hizo en el
baluarte de Santiago y San Vicente en los ataques de los franceses en 1811 y
1812.
Las contraminas eran galería subterránea construida por el defensor para impedir o entorpecer los trabajos de mina del atacante volaron todas las contraminas del enemigo.
Las contraminas eran galería subterránea construida por el defensor para impedir o entorpecer los trabajos de mina del atacante volaron todas las contraminas del enemigo.
Estas contraminas eran elementos
o estrategias disuasorias para que los enemigos no les fuera nada fácil llegar
a las murallas a instalar minas.
Acciones para contrarrestar las
minas.
“Para contrarrestar la acción de
las minas se construían otras dentro de la ciudad que tenían
la finalidad de interceptar las
que habían hecho los sitiadores. En ocasiones, cuando la contramina hecha por
los sitiados chocaba con la de los atacantes se producían auténticas batallas
subterráneas, tal como se recoge en el Llibre dels Feits (cap. 73) para el
asedio de la ciudad de Mallorca (1229). Otra forma de hacer inútil el esfuerzo
de hacer una mina era mediante la construcción en secreto de un muro detrás de
la muralla que debía ser derribada, como el que hizo Ramón Folch durante el
asedio de Girona (1285) para frustrar el intento de los cruzados y que recoge
Bernat Desclot en su Crònica o Llibre del rei En Pere (cap.161) “.
Otro recurso frente a la
instalación de esas minas era la construcción de pozos de escuchas o cámaras de
escuchas que detectaran las vibraciones de los golpes que hacía al abrir las
minas.
Bibliografía.
TÉCNICAS DE ATAQUE Y DEFENSA EN LOS ASEDIOS DEL SIGLO XIII:
ÁMBITO CATALANO-ARAGONÉS Y OCCITANO.
GLADIUS
Estudios sobre armas antiguas, arte militar y vida cultural en oriente
y occidente
XXXIII (2013), pp.
113-130
ISSN: 0436-029X
doi:
10.3989/gladius.2013.0005
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